"una mirada desde la visión de Caminantes Laboyanos"
Una vez, decidí aventurarme en un viaje a la hermosa cascada llamada La Paz, ubicada en el macizo colombiano. Sabía que llegar allí requería una caminata de alta intensidad, atravesando bosques, riachuelos, ríos y una montaña de bosques espesos sub-andinos. Estaba emocionado por la perspectiva de esta aventura llena de naturaleza.
Desde el inicio de la caminata, quedé maravillado por la abundante fauna y flora autóctona que rodeaba el camino. El canto de los pájaros resonaba en el aire, mientras las coloridas mariposas revoloteaban a nuestro alrededor. Cada paso que dábamos nos adentraba más en la magia de este lugar.
A medida que nos acercábamos a la cascada, el sonido del agua se hacía más fuerte y emocionante. Finalmente, llegamos al punto donde la cascada se revelaba ante nuestros ojos. La ilusión óptica de que se desprendía del cielo era impresionante, y su caída delicada y hermosa nos dejó sin aliento.
Mientras admirábamos la majestuosidad de La Paz, nuestro guía, un habitante de la zona y conocedor profundo del macizo, nos contaba anécdotas sobre la belleza y significado de este lugar para los indígenas agustinianos. Nos habló de sus creencias y su conexión espiritual con la naturaleza.
En ese momento, comprendí la importancia de preservar lugares como este, donde la naturaleza se muestra en todo su esplendor y nos permite conectarnos con lo más profundo de nuestro ser. Fue un viaje que quedó grabado en mi memoria, recordándome la importancia de valorar y respetar nuestro entorno natural.
Desde entonces, cada vez que cierro los ojos, puedo sentir la frescura del rocío en mi piel, escuchar el eco del agua cayendo y recordar la belleza y la serenidad de La Paz, una cascada que parece provenir del cielo y que me enseñó a apreciar la maravilla de la naturaleza.
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